En general a la mayoría de las personas nos cuesta reconocer y admitir que tenemos miedos. Pero cuando somos conscientes de nuestro miedo, no solemos verbalizarlo ni nos gusta compartir esa parcela tan íntima con los demás. Pensamos que hablar de ello nos perjudicaría y nos dejaría en una “mala posición”, con lo cual resulta complicado recibir ayuda y solucionar ese miedo.
Me estoy refiriendo a ocultar nuestro miedo a hablar en público. Como este miedo afecta al ámbito laboral, intentamos evitar por todos los medios enfrentarnos a él, pero lo que hacemos es empeorarlo.
El objetivo de este artículo es comprender por qué el miedo cumple una función tan importante y cómo funciona, para finalmente poder sacar algo positivo de él.
ÍNDICE
- ¿Por qué el miedo es tan importante?.
- Mecanismo del miedo.
- Reflexiones sobre el miedo
- ¿Por qué el miedo es tan importante?
El miedo es una emoción universal y adaptativa que existe en todas las culturas y tiene la función de protegernos y asegurar nuestra supervivencia.
¿Te imaginas NO TENER MIEDO A NADA? Si no sintiéramos miedo, tendríamos conductas imprudentes o temerarias. Correríamos riesgos continuamente porque viviríamos confiados y cualquier peligro podría poner en juego nuestra supervivencia. Si no sintiera miedo a sufrir algún accidente ni miedo a morir, quizás conduciría a gran velocidad y realizaría maniobras imprudentes. Sería todo un peligro en la carretera, para mí y también para los demás.
Pero no sólo nos referimos a la supervivencia física. En un entorno laboral: imagina lo que podrías llegar a decirle a un cliente o a un superior (sinceramente) si no tuvieras miedo a las consecuencias. O imagina que pasaría si en los negocios arriesgaras en exceso con una nueva estrategia y no te importara perder grandes cifras de dinero…todo ello tendría graves consecuencias sin la noción del miedo.
El miedo es esa vocecita que en general te advierte y te dice «cuidado…corres peligro«. En el caso de hablar en público, se trata de una vocecita que te advierte: “cuidado…si no haces un buen discurso, podrías quedar en ridículo”, o bien “aplaza la exposición, todavía no estás preparad@ para hablar en público”. En el fondo, tenemos miedo a fracasar, a que nos critiquen, a ser rechazados y eso es lo suficientemente poderoso para que se enciendan todas nuestras alarmas y nos los pensemos más de dos veces.
- Mecanismo del miedo
El miedo es una emoción natural y primitiva que todas las especies experimentan y nos ha permitido sobrevivir a lo largo de los siglos de evolución. Cuando una situación o estímulo se percibe como peligroso, llega primero al sistema límbico (amígdala) y dispara señales de alarma al resto del sistema nervioso. Esta alarma es tan efectiva, que no podemos ignorarla. Se activa incluso antes de que nosotros seamos conscientes del propio peligro.
A nivel Fisiológico: Nuestra respuesta es automática. Se incrementan los niveles de algunas hormonas como la adrenalina y se generan ciertos cambios fisiológicos como el aumento de la presión sanguínea, se dilatan las pupilas o se acelera la respiración. Estos cambios preparan a nuestro cuerpo para responder de la mejor manera ante el estímulo peligroso. Nos preparamos para reaccionar rápidamente y tenemos 3 opciones incorporadas “de serie”: huir, luchar o bloquearnos.
Por ejemplo, si analizamos la situación y vemos que:
- Tenemos posibilidades de luchar (o tal vez no es posible la huida).
- Quizás huir nos parezca más sensato si estamos en condiciones de hacerlo.
Las dos respuestas anteriores son las opciones clásicas, pero también existe una tercera respuesta que podría ser el bloqueo. En animales ocurre cuando no pueden luchar ni huir (es más habitual en animales que están abajo en la cadena alimentaria, por ejemplo los roedores) y resulta más apropiado “hacerse el muerto”, permanecer inmóvil y pasar desapercibido. En humanos, quizás nos resulte más fácil identificar esa respuesta en niños y a menudo se muestra cuando están tan asustados, que se quedan sin reaccionar, se paralizan, pero también puede suceder en adultos.
A nivel Cognitivo: El cerebro traduce la información que le llega de los sentidos. La corteza prefrontal se prepara y pone en contexto la situación. Compara con nuestros recuerdos y aprendizajes anteriores, analiza lo que estamos percibiendo y de esta forma valora si el estímulo-amenaza resulta un verdadero peligro o no.
El estímulo puede ser real o imaginario, racional o irracional. Veamos los siguientes ejemplos:
- Situación amenazante real: sería encontrarnos con un atracador que nos apunta con un arma.
- Estímulo imaginario: sería pensar que un hombre lobo o un alienígena nos pudiera atacar.
- Situación racional, podríamos sentir miedo al caminar por la montaña, porque recordamos cuando nos partimos la cadera haciendo senderismo y no queremos tener que volver a pasar por eso. Debido a esa experiencia sentimos miedo, actuamos de manera cautelosa y extremamos las precauciones.
- El miedo irracional y exagerado corresponde a las fobias. (¿Sabías que hay personas que tienen miedo de pronunciar palabras largas y complicadas? Esta fobia se llama Hipopotomonstrosesquipedaliofobia y las personas que la padecen evitan mencionar este tipo de términos). Pero volviendo a nuestro tema, la fobia de hablar en público se conoce como glosofobia (aunque esto merecerá una mención aparte).
El problema es que nuestro sistema de “ALARMA” es extremadamente sensible y se activa ante cualquier sospecha. A pesar de haber evolucionado, nuestra alarma sigue funcionando aunque sabemos de sobras que hablar ante un auditorio no va a poner en riesgo nuestra vida, ni es un acto peligroso… Pero todos sabemos que nos invaden pensamientos anticipatorios y negativos. Adelantamos las consecuencias: “La gente pensará que no soy suficientemente buen@” y los pensamientos suelen ser negativos incluso tirando más bien a catastróficos, por ejemplo “No lo soportaré y me desmayaré delante de todos” o peor aún “Será el fin de mi carrera. Estoy acabada@”.
- Reflexiones sobre el miedo
¿El miedo es necesario?
El miedo hace que prestemos atención al peligro, que tomemos medidas para evitarlo y que actuemos en consecuencia para ponernos a salvo.
Lo catalogamos como una emoción negativa, pero no es así, ya que nos ayuda a salir de situaciones peligrosas comprometidas y nos permite poner en práctica las habilidades necesarias para escapar de esa situación.
En el caso del miedo a hablar en público ¿qué pasaría si el miedo no diera el aviso de peligro? Pues probablemente no nos prepararíamos, ni ensayaríamos, ni siquiera nos esforzaríamos en ser mejores oradores…con lo cual eso sí que sería perjudicial para nosotros.
¿Podemos eliminar el miedo de nuestras vidas?
Es imposible vivir sin miedo, pero sí es necesario superar el miedo que te impide avanzar.
Te sorprendería saber que los oradores más experimentados también sienten nervios-miedo, y dirás… “¡pues vaya consuelo!”. Lo que quiero decirte es que hemos aprendido a utilizar esos nervios y miedo a nuestro favor, para superarnos, ser la mejor versión de nosotros mismos y disfrutar hablando en público.
Entonces ¿Qué puedes hacer?
Comprende la función del miedo, agradece el aviso de peligro y evalúa nuevamente la situación.
Si a nivel laboral detectas que no saber hablar en público te está perjudicando y ves que tu competencia te va superando por ese motivo (ya sea hablar en público presencial o a cámara), no te quedes atrás, no lo permitas y porque estás a tiempo de revertir esa situación. Empieza a tomar acción antes de que el miedo te paralice y se complique más.
Hablar en público puede parecer una tarea titánica. Impone y asusta estar expuesto ante los demás. No nos gusta sentirnos insegur@ ni vulnerables, por este motivo no te pido que lo hagas sol@. Con la ayuda adecuada lograrás darle la vuelta a tu situación. Si quieres que evaluemos juntos tus opciones, contacta conmigo.
